Verticalizados
2 Corintios 4:5-18
5 Porque no nos predicamos a nosotros mismos, sino a Jesucristo como Señor, y a nosotros como vuestros siervos por amor de Jesús.
6 Porque Dios, que mandó que de las tinieblas resplandeciese la luz, es el que resplandeció en nuestros corazones, para iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Jesucristo.
(Reina-Valera 1960 (RVR1960)
Jesucristo es la buena noticia, Él es la buena nueva de Salvación para todos los hombres. En las Santas Escrituras, desde Génesis hasta Apocalipsis, encontramos una sinfonía sublime, completa y suficiente: El Hijo de Dios, Jesucristo, es el Salvador del mundo.
Al mirar la historia de la iglesia se puede advertir que cada cierto tiempo se tiende a desviar el enfoque y el énfasis, ya deja de ser Jesucristo y lo son ahora otros aspectos, secundarios y de otro orden, pero no primarios y estructurales. Así hemos visto que el mensaje suficiente de Jesucristo ha sido permeado porque no se ha hecho una realidad lo que el apóstol Pablo señala en la cita inicial.
Desde el primer siglo, el apóstol nos dice en alta voz: "No nos predicamos a nosotros mismos...", en otras palabras: no somos nosotros el centro, nuestro sitial no es el que merece la preeminencia. Ya en esos años, en el comienzo de la Iglesia, Pablo reitera la importancia de "rayar la cancha". Es Jesucristo el centro del Evangelio, Él es el Evangelio. Jesucristo es el Centro. Él debe ser quien tenga la preeminencia y la presidencia en cada congregación y en cada vida en particular.
¿Es Jesucristo el centro en tu vida? ¿Tiene Él completo control sobre tu vida?
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