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El origen del alma


En el plan de Dios para la humanidad, a dos seres originales (macho y hembra) se les dio esta orden: “Fructificad y multiplicad; llenad la tierra” (Gn. 1:28). Se han presentado varias teorías para explicar el origen de la parte inmaterial del hombre, en el caso de cada miembro de la raza de Adán. Consideraremos tres de estas teorías.

1.- LA TEORÍA DE LA PREEXISTENCIA

La teoría de la preexistencia enseña que todas las almas humanas fueron creadas al principio de la creación, no sólo las de este mundo, sino las de todos los mundos. Todos los espíritus finitos fueron creados simultáneamente antes de la creación de la materia. El universo intelectual precede al universo sensible. Las almas de los hombres, en consecuencia, existieron antes de la creación de Adán. La vida preexistente fue antes de Adán. Los hombres fueron seres angélicos al principio. Por causa de su apostasía en la esfera angelical fueron transferidos como consecuencia de su pecado, a cuerpos materiales en la esfera terrena; y actualmente está pasando por un proceso disciplinario, con el propósito de que sean restaurados todos ellos sin excepción, y vuelvan a disfrutar de su condición angélica preexistente. Estos cuerpos, a los cuales se unen, vienen a la existencia mediante el curso ordinario de la propagación física; de tal modo que la parte sensorial y material de la naturaleza humana no tiene existencia anterior a Adán. Solo se afirma la existencia anterior a Adán del principio racional y espiritual de la vida”.

A esta teoría se le hacen tres objeciones:

  1. No toma en cuenta las Escrituras. Aunque Orígenes, de quien se ha dicho que fue “la aurora y el ocaso” de la teoría de la preexistencia, en su método usual alegórico, intentó armonizar sus ideas con la Palabra de Dios, las distorsiones que le hizo a la Biblia le dejaron poca apariencia a las claras enseñanzas de la Palabra de Dios.

  2. Aunque se reconoce el hecho del pecado en dicha teoría, sin embargo se desacredita la doctrina del pecado original.

  3. Esta teoría no descansa sobre ninguna prueba.

2.- LA TEORÍA CREACIONISTA

La doctrina de la creación enseña que Dios crea directa e inmediatamente un alma para cada cuerpo en el momento en que nace, y que lo único que engendran los padres humanos es el cuerpo.

La doctrina común de la iglesia, y especialmente de los teólogos reformados, ha sido siempre la de que el alma del niño no la engendran los padres, ni se deriva de ellos, sino que es creada de manera inmediata por Dios. Los argumentos que generalmente se presentan a favor de este punto de vista son los siguientes:

El cuerpo y el alma no sólo se presentan como sustancias diferentes, sino que también se indica que tuvieron diferentes orígenes. El cuerpo vuelve al polvo, dice el sabio Salomón, y el espíritu a Dios que lo dio. Aquí se indica que el alma es de un origen más elevado que el del cuerpo. El alma es de Dios en un sentido en que el cuerpo no lo es. Del mismo modo se nos dice que Dios “…forma el espíritu del hombre dentro de él” (Zac.12:1); para dar “aliento al pueblo” que mora en la tierra, “y espíritu a los que por ella andan” (Is. 42:5). Este lenguaje concuerda muy bien con el relato de la creación original, en el cual se nos dice que Dios le dio al hombre soplo de vida, para indicar que el alma no es terrena ni material, sino que tuvo su origen inmediato en Dios. De donde a Él se le llama “Dios de los espíritus de toda carne” (Nm. 16:22).

3.- LA TEORIA DEL GENERACIONISMO O TRADUCIANISMO

Este sistema de fe afirma que tanto la parte inmaterial del hombre como la material se propagan mediante la generación humana.

La Biblia da testimonio de que los padres engendran hijos, y no sólo cuerpos humanos. También es claro que las características mentales y temperamentales se heredan en la misma forma que la semejanza física. Probablemente no hay ningún pasaje bíblico tan revelador al respecto como el de Hebreos 7:9,10: “Y por decirlo así, en Abraham pagó el diezmo también Leví, que recibe los diezmos, porque aún estaba en los lomos de su padre cuando Melquisedec le salió al encuentro”. En este pasaje se declara que Leví pagó diezmos (acto que no pudiera atribuírsele al solo germen o a un cuerpo humano sin vida) cuando estaba en los lomos de su bisabuelo Abraham. El generacionismo reconoce que Dios realiza un acto creador cuando regenera a los hombres, y que todavía Él ha de crear nuevos cielos y nueva tierra; pero que también es cierto que el orden de sucesión en la creación, en el cual el hombre llegó a ser un ser existente, cesó con la creación del primer hombre y con la consumación del sexto día. Debe reconocerse también que, si el hombre no es íntegramente procreado (cuerpo y alma) él sería la única excepción entre todas las formas de vida creadas. Habría una sorprendente falta de real parentesco entre aquellos que, por ventura, son creados individualmente en el momento de nacer, y todos los demás animales. Bajo estas condiciones, la relación humana tiene que depender solamente de la procreación de un cuerpo sin vida. Así que la doctrina del Pariente que redime también entra en este asunto. Si la parte inmaterial de Cristo que fue humana fue una creación de Dios en forma directa y completamente desconectada del género humano procedente de Adán, entonces, la base para que el pudiera servir como Pariente redentor desaparece casi hasta desvanecerse.

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