Pacto de obras
PACTO: La palabra que se usa en el A.T es barit, el N.T, por su parte, usa diazeke. Básicamente denota un acuerdo o convenio entre dos partes que se comprometen mutuamente a respetar lo estipulado.
Teológicamente (usado para las relaciones entre Dios y el hombre) denota una gracia y fidelidad de Dios para beneficio y bendición del hombre, y específicamente de los hombres que por fe reciben las promesas y se obligan a sí mismos a las responsabilidades que este compromiso encierra.
DIOS, habiendo creado al hombre a su imagen en conocimiento, rectitud e inocencia, entró en pacto de vida con él, sobre la condición de una obediencia perfecta, prohibiéndole comer del árbol del conocimiento del bien y del mal bajo pena de muerte.
Según esta declaración, 1) Dios entró en un pacto con Adán. 2) La promesa que acompañaba al pacto era la vida. 3) La condición era una obediencia perfecta. 4) La pena por la desobediencia era la muerte.
1.- Dios hizo un pacto con Adán. (Gn.2:16-17)
Esta declaración no reposa sobre ninguna declaración expresa de las Escrituras. Sin embargo, es un modo conciso y correcto de declarar un hecho claro de las Escrituras, esto es, que Dios hizo a Adán una promesa que dependía de una condición, y unió a la desobediencia una cierta pena. Esto es lo que en las Escrituras se entiende por pacto, y esto es todo lo que se entiende por el término aquí empleado. Aunque la palabra pacto no se emplea en Génesis, y no aparece en ningún otro lugar en ningún pasaje claro en referencia a la transacción que aquí se registra, sin embargo, por cuanto el plan de salvación es constantemente designado como un Nuevo Pacto, nuevo no meramente en antítesis al hecho en el Sinaí, sino nuevo en referencia a todos los pactos legales, está claro que la Biblia presenta la disposición aquí concertada con Adán como una verdadera transacción federal.
2.- La promesa.
La recompensa prometida a Adán bajo la condición de su obediencia era la vida.
Esto está implicado en la amenazadora advertencia: “El día que de él comieres (esto es, del árbol de la ciencia del bien y del mal), ciertamente morirás”. Está bien claro que esto involucraba la certidumbre de que no iba a morir si no comía.
Esto queda confirmado por innumerables pasajes y por el tenor general de las Escrituras, en las que se enseña de manera tan llana y diversa que la vida fue, por mandato de Dios, conectada con la obediencia. “Haz esto, y vivirás”.
Por cuanto las Escrituras presentan en todo lugar a Dios como juez o gobernador moral, sigue necesariamente de esta descripción que sus criaturas racionales serán tratadas según los principios de la justicia. Si no hay transgresión, no habrá castigo.
3.- La condición.
La condición del pacto hecho con Adán consistía en una perfecta obediencia. El mandamiento específico dado a Adán de que no comiera de un cierto árbol, fue dado sencillamente como la prueba externa y visible para determinar si estaba dispuesto a obedecer a Dios en todo. Se vería así que Adán obedecía por pura obediencia. Su obediencia sería más directamente hacia Dios, y no a su propia razón.
A la cuestión de si la condición del pacto hecho con Adán era una obediencia perpetua además de perfecta debe probablemente contestarse en sentido negativo. Parece razonable en sí mismo y claramente implicado en las Escrituras que todas las criaturas racionales tienen un período determinado de probación. Si son fieles durante ese período, quedan confirmadas en su integridad, y ya no son más expuestas al peligro de la apostasía. Así, leemos de ángeles que no guardaron su primer estado, y de los que sí lo guardaron. Los que permanecieron fieles han proseguido en santidad y en el favor de Dios. Por ello, se debe concluir que si Adán hubiera mantenido su obediencia durante el período designado para su probación, ni él ni su posteridad se habrían visto expuestos al peligro de pecar.
4.- La pena. (Ez. 18:4)
La pena que conllevaba el quebrantamiento del pacto se expresa con el inclusivo término de “muerte”. El día que de él comieres, ciertamente morirás”. Que esto no se refiere a la mera disolución del cuerpo queda claro: Porque la palabra muerte, tal como se usa en la Escritura en referencia a las consecuencias de la transgresión, incluye todo mal penal. La paga del pecado es muerte. El alma que pecare, ésa morirá. Así, toda y cualquier forma de mal que se inflija como castigo del pecado queda comprendida bajo el término muerte. La muerte con que se amenazaba era lo opuesto a la vida prometida. Pero la vida prometida, como hemos visto, incluye todo lo involucrado en una existencia dichosa, santa e inmortal del alma y del cuerpo; y por ello la muerte tiene que incluir no sólo todas las miserias de esta vida y la disolución del cuerpo, sino también todo lo que se comprende por muerte espiritual y eterna.
Las partes de un pacto
Pertenece a la naturaleza de un pacto que tiene que haber dos o más partes. Un pacto no es de uno solo. Las partes del pacto original eran Dios y Adán. Adán, sin embargo, no actúo en su capacidad individual, sino como cabeza y representante de toda su raza. Esto está claro. Porque todo lo que se le dice a él tiene tanta referencia a su posteridad como al mismo Adán. Todo lo que le fue concedido a él les fue concedido a ellos. Todo lo prometido a él les fue prometido a ellos. Y todo aquello de lo que se le amenazó a él, en caso de transgresión, fue amenazado contra ellos. Dios no dio la tierra a Adán para que fuera solo para él, sino como la herencia para su raza.