¿La Biblia enseña la reencarnación?
La respuesta sencilla es no. Cuando los defensores de la reencarnación afirman que ciertos textos bíblicos enseñan la preexistencia del alma o la reencarnación, abordan esos textos en forma superficial, y sus interpretaciones se desvanecen bajo un mayor escrutinio.
La reencarnación (hinduismo) o el renacimiento (budismo) forman parte integral de la filosofía oriental. En el Bhagavad-Gita, Krishna habla de haber <<pasado por muchos nacimientos>>; y lo que cosechamos en esta vida (el karma) resulta de lo que sembramos en las vidas pasadas. Sin embargo, hay razones bíblicas, teológicas y filosóficas que socavan la reencarnación.
Si reconocemos la autoridad y el argumento de la Biblia, nos daremos cuenta con facilidad de que la doctrina oriental de la reencarnación es inaceptable. Muchos de los que creen que la reencarnación aparece en la Biblia creerían en la reencarnación, con el apoyo bíblico o sin él. Encuentran la reencarnación en versículos aislados (por ej., afirmaciones sobre <<nacer de nuevo>> en Jn. 3), sin respetar el contexto bíblico ni la cosmovisión del autor. Al hacerlo, no respetan los textos bíblicos como quisieran que respetaran sus propios textos orientales. (¿Qué sucedería si interpretáramos la resurrección corporal en esos textos?)
Cada uno de nosotros debe morir y luego ser juzgado por Dios (He. 9:27). Cuando este le dijo a Jeremías que lo conocía antes de que estuviera en el vientre de su madre (Jer. 1:5), sus palabras no demuestran la preexistencia ni la reencarnación; sólo indican la presciencia y la soberanía divina. Observemos que Jeremías no dijo: <<Antes de formarme en el vientre, te conocí, Dios>>. ¡Ese sería un buen argumento a favor de la preexistencia! Además, la pregunta de los discípulos en cuanto a si el hombre ciego de nacimiento había pecado antes de nacer (Jn 9:2) no expresa la reencarnación, sino una creencia rabínica, según la cual, un feto podía pecar incluso en el vientre de su madre (comp. Génesis Rabá 63.6).
Es más, el suceso con evidencia histórica de la resurrección corporal de Jesús debilita el argumento de la reencarnación. La visión bíblica de la vida después de la muerte es completamente diferente de la que tienen las filosofías orientales. La verdadera inmortalidad o es la erradicación o <<liberación>> (moksha) de la persona, ni la unión con el Ser (Brahman), como una gota en el océano. Recibir la inmortalidad es recibir un cuerpo físico inmortal e imperecedero (1 Co. 15:53-54). Es un cuerpo espiritual (es decir, animado en forma sobrenatural por el Espíritu Santo), en lugar de un cuerpo natural (animado por un alma humana). La inmortalidad significa estar unido a Dios para siempre y vivir en Su presencia con este nuevo cuerpo en el nuevo ciclo y la nueva tierra, y sin perder la identidad individual.
Según la teología, la gracia y el perdón de Dios destruyen el karma. No hace falta que carguemos con el peso de la culpa y la vergüenza, porque Jesucristo ya saldó nuestra deuda. Además, si la reencarnación es verdad, ¿para qué ayudar a los menos favorecidos? ¿Acaso no reciben lo que merecen: su karma?
A pesar de la <<evidencia>> a favor de la reencarnación, la actividad demoníaca podría explicar los argumentos que señalan que una persona tuvo vidas previas (ver Hch. 16:16-18). Que una persona tenga acceso a información sobre la vida anterior de otra, no significa que se trate de su propia vida. Un adivino puede afirmar que tiene información sobre un crimen, ¡pero no significa que lo haya cometido!
La reencarnación plantea grandes problemas filosóficos. (1) En general, los que <<recuerdan>> vidas pasadas están agrupados en el Oriente (donde se enseña la reencarnación), no en todo el mundo (como sería de esperar). (2) Si olvidamos nuestras vidas pasadas, ¿qué objetivo tiene la reencarnación si no es posible mejorar? (3) Si adoptamos la reencarnación (con una infinita seria de renacimientos pasados), entonces todos hemos tenido tiempo de sobra para alcanzar la perfección. ¿Por qué no ha sucedido? (4) La reencarnación no resuelve el problema de la maldad, como algunos afirman, sino que la pospone en forma infinita (y en algunas escuelas orientales, la maldad, igualmente, es sólo una ilusión). (5) La reencarnación presenta incoherencias en la idea oriental del monismo, el cual afirma que todo es uno, sin distinción, al presuponer diferencias entre (a) las almas individuales, (b) los karmas de las almas individuales que todavía no han alcanzado la iluminación, (c) los individuos iluminados y los no iluminados, y (d) las almas individuales y el Ser (la realidad suprema).
Biblia de Estudio Apologética
Artículo por Paul Copan
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