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La Reforma en Chile y las primeras iglesias evangélicas en el país





Iniciada la Independencia en Chile, tanto nuestro país como el resto de los ex reinos españoles, abrirán sus puertas a la presencia Evangélico-Protestante, Luego por la vía de los comerciantes, colonos y amigos de la causa de la Independencia; primero serán los Anglicanos en los puertos marítimos y actividades anexas, más adelante los colonos germanos de raíz luterana y reformada en la colonización agrícola del Sur y en la fundación de hermosas ciudades y prósperas industrias; junto a ellos, los Anglicanos Sajones, los Escoceses presbiterianos y los Prusianos reformados, serán determinantes en el desarrollo industrial y empresarial de la naciente nación; en cuanto a la fe, por ser extranjeros comerciantes o colonos, la práctica de su religión quedó circunscrita solamente a sus connacionales, y en su idioma, a fin de no contrariar las normas constitucionales establecidas en la carta Fundamental de 1833.


Desde 1845 la presencia del Pastor David Trumbull, de la Iglesia Presbiteriana de los Estados Unidos, dará origen a las Union Church, en Valparaíso, Santiago y Concepción (Iglesia de diferentes nacionalidades y denominaciones); en sus salones se convertirán los primeros chilenos que en 1868 formarán las primeras Iglesias nacionales en Santiago y Valparaíso.




La reforma a la Constitución de 1833, en 1865, permitirá el ejercicio privado del Culto Evangélico a los chilenos, la construcción legal de sus primeros Templos, y la creación de sus escuelas. Destacada labor cumplen los misioneros anglicanos en los Canales Australes del Canal del Beagle primero, con su secuela de mártires y, posteriormente, su exitoso trabajo misioneros entre los mapuches en las tierras de la Araucanía.


Durante la Guerra del Pacífico, la Sociedad Bíblica, fundada y dirigida por Trumbull en 1861, desarrollará una intensa labor de propaganda, que después de la guerra, se traducirá en el nacimiento de asociaciones de veteranos y mancomunales obreras para difundir la higiene y los derechos laborales en los obreros; también se logran los cambios legales laicos para el registro de los nacimientos, matrimonios laicos y ley de cementerios.


En 1873, la Unión Church entrega la Misión Chilena en manos de la Iglesia Presbiteriana de los Estados Unidos, la cual en 1883 entrega la Iglesia en manos de los primeros conversos chilenos, creándose el Presbiterio de Chile; tenía 6 iglesias constituidas y un total de 120 miembros en plena comunión.


En 1871 se había ordenado el primer pastor chileno, don José Manuel Ibáñez Guzmán, quien muriera en extrañas circunstancias en 1875, a los 35 años de edad; junto con él aparecen los primeros ministros chilenos, don Juan Canut de Bon (español nacionalizado), don Alberto Vidaurre y una interminable falange de siervos pioneros de la causa protestante evangélica.



En la foto José Manuel Ibáñez Guzmán. (Foto de Centro de Documentación Evangélico Protestante Sendas)


El Primer Pastor Chileno y Sud-Americano


El día 16 de noviembre de 1871, el Periódico Evangélico Chileno "La Piedra Viva, Verdadera y Divina", editado en Valparaíso, con el Nº 21, Año II, página 52, en su Crónica escribía: (lenguaje de la época):


Ordenación


El primero de noviembre se hizo la solemne consagración de un ministro evangélico en la capital. El neófito fue un hijo del país, natural de Aconcagua, ciudad de San Felipe, el señor don José Manuel Ibáñez Guzmán. Esta ceremonia interesante tuvo lugar en el templo llamado de la Santísima Trinidad en Santiago, ante un auditorio atento y simpático. Tomaron parte en el acto de la ordenación los reverendos pastores los señores Gilbert de la Iglesia en Santiago, Sayre de Talca, Cristen de Copiapó, Swaney de Talcahuano, Merwin y Trumbull de Valparaíso. El señor Sayre presidió.


El entero día anterior había sido empleado en el examen del señor Ibáñez sobre su fe y piedad personal, en la lectura de las Sagradas Escrituras en el Hebreo del Antiguo Testamento y Griego del Nuevo Testamento, en la historia bíblica y eclesiástica, en la teología dogmática, sobre los sacramentos y sobre los deberes del pastor cristiano. Seis horas duraron los exámenes y, después de retirarse el neófito, se tomó la votación, resultando que fueron aceptados por unanimidad como satisfactorios y que al día siguiente se procediese con la ordenación.


El día siguiente, noviembre primero, a la una de la tarde los fieles se reunieron en el templo y, después de entonar un himno de alabanza a la Divina Trinidad, como de leer en el santo Evangelio de san Juan capítulo diez, el señor Swaney oró al Altísimo en estos términos:


"Padre nuestro que estás en los cielos, hallamos nos aquí por medio de la oración, a un hermano querido como ministro de su sagrada palabra. Acompáñanos, Señor durante este acto. Derrama copiosamente la gracia divina sobre este hermano, que se reviste hoy del importante cargo de apacentar tu rebaño. Todo cuanto podamos hacer por él es nulo sin la divina voluntad; sólo podemos, como ministros de vocación divina, encomendarle a ti, para que tú le des autoridad para que predique tu palabra, y para que administre tus santos sacramentos. Por tanto suplicamoste, que el Espíritu Santo le constituya sobreveedor y verdadero pastor de tu Iglesia..."


En seguida el señor Gilbert pronunció un sermón sobre el texto San Mateo cap. 1, v.21 "Y parirá un hijo: y llamarás su nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de los pecados de ellos"


A continuación se pronunció un vibrante sermón en que se deja claro los fundamentos doctrinarios sobre los cuales descansa la salvación y la condenación, como sólo la gracia de Cristo salva a su pueblo, y la responsabilidad del ministro de Dios de transmitir esta gracia...:


"Hermanos míos: el oficio del ministro del evangelio es glorioso, llevando en sí su propia recompensa. El predicador evangélico tiene una misión que cumplir, que exalta y purifica el alma. El que debe predicar y tomar su responsabilidad, bendice a otros y será salvo. La necesidad de pastores verdaderos en Chile es sumamente urgente. No hay probabilidad ninguna de que presbíteros extranjeros serán enviados, en número suficiente, para proclamar las eternas verdades del evangelio. Retirándome de este país para no volver tal vez nunca, llevo conmigo una grande esperanza en la ordenación hoy de un chileno para ser presbítero. Es como las primicias, puesto que el objeto principal de una misión evangélica es, la educación de jóvenes para desempeñar los deberes de pastores, de modo que más tarde o más temprano los habitantes no solamente puedan proporcionarse para sí mismo sus ministros, sino enviar misioneros a otras partes. No creo yo que esto es un sueño que jamás será realizado. Es muy probable que todos los araucanos paganos aceptarán la protección de vuestro gobierno, y la religión verdadera también por manos de vuestros enviados de la Iglesia Evangélica Chilena.


En todas partes, dentro de los límites de vuestro País, y fuera de él, habrá campos vastos para esparcir la luz de la Sagrada Escritura. Un buen principio ha tenido lugar. Iglesias y escuelas han sido establecidas. Tenéis profesores chilenos y hoy mismo ponemos sobre esta Iglesia un hijo del país. - vuestro hermano..."


Terminado el sermón, el señor Ibáñez Guzmán se presentó haciendo la profesión de su fe y prometiendo cumplir con toda fidelidad las santas obligaciones del ministerio; poniéndose entonces de rodillas fue ordenado con imposición de las manos por el señor Sayre en unión de los demás pastores.


Los encargos al pastor fueron formulados por el Pastor David Trumbull, quien hizo una reseña de la trayectoria del joven ministro desde su llegada a Chile proveniente de la iglesia Evangélica de Sacramentos California y su responsabilidad en la predicación de la santa Palabra, y la administración de los Sacramentos, en amonestar a los pecadores y el ejercicio de la disciplina en la casa del Señor, en los actos de caridad y buenas obras, en presentar continuamente al Eterno Hijo y Cordero de Dios ante nuestros semejantes.


Resaltó el ministro Trumbull el privilegio que Dios ha conferido al joven pastor de ser el primero de su nación en ser ordenado para esta maravillosa tarea, como también el primero en esta América del sur.


Terminado el sermón, el señor Trumbull, le entregó un ejemplar de las Sagradas Escrituras en castellano, griego y hebrero - instándole - "que la hagas tu antorcha luminosa que lleves en alto para los miembros de tu rebaño y para todos los hombres, lo mismo que la lámpara de tus propios pies y la esperanza de tu propia alma. Y cuando venga Jesús te recibirá a su presencia y te hará partícipe de su galardón celestial"


El señor Merwin pronunció los cargos a la congregación instándoles a apoyar y acompañar al joven pastor en sus tareas, a orar por él, y a tener un trato y espíritu franco y sincero para con el nuevo ministro. Después de cantar el himno e impetrar la bendición al Señor Ibáñez, se dio por terminada esta inédita ceremonia en la nación chilena. Esa misma noche en el culto de las siete y media, el pastor José Manuel Ibáñez Guzmán predicó su primer sermón en su condición de primer pastor de la Iglesia Reformada de Santiago.


Los distintos diarios de la capital chilena destacaron la inédita ceremonia de ordenación de un pastor chileno. Por ejemplo, el Diario "La República" registró así el hecho:


"Iglesia evangélica.- Ayer tuvo lugar en esta iglesia, situada en calle de Nataniel, la consagración de un nuevo ministro, don José Manuel Ibáñez.


Las ceremonias a que dio ocasión este acto religioso, que vimos ayer por primera vez llevados por la curiosidad, son muy sencillas y en ciertas partes tiernas y conmovedoras. Después de haber hecho el neófito su profesión de fe, recibió de uno de los pastores la consagración, acompañada de una plegaria dirigida al Ser Supremo. Concluida esta oración, sus demás compañeros le dieron un abrazo fraternal. En seguida varios pastores le dirigieron la palabra, entre ellos el señor Trumbull. La ceremonia concluyó con un discurso dirigido a los fieles por uno de los ministros, en que exhortaba a aquellos a la obediencia al nuevo pastor, y con la bendición dada por éste.


En la fiesta religiosa de ayer, a que asistieron varios caballeros y señoras extranjeras, entre los cuales pudimos notar a los miembros de la legación norte-americana, reinó la mayor compostura y un tierno sentimiento religioso".


En contraposición, la prensa católica tomó nota del inédito acto de una forma más bien despectiva; así el Diario "El Independiente" después de describir la liturgia de una forma somera, se preocupa de hacer un juicio valórico negativo del acto:


"No necesitamos decir que aquella ceremonia, sencilla hasta la frialdad, descarnada y sin nada que conmoviera los corazones; ceremonia en que no se veía la manifestación de un culto espiritual y corporal y que parecía nada más que una reunión de gente de buen humor que iban a pasar su tiempo, no produjo en nuestro ánimo ninguna impresión agradable.


Todo allí era mundano; y el espíritu había de necesitar de duros esfuerzos para elevarse hasta regiones donde sólo se respira la virtud y religiosidad. Aquel perfume de poesía oriental que siempre hemos respirado en medio de lo imponente de nuestras procesiones religiosas, estaba allí proscrito. Y ni la palabra forzadamente ungida de los pastores podía despertar en el corazón de los oyentes sentimientos que no nacen sino del soplo de ese perfume religioso que, dígase lo que se quiera, nos acaricia siempre bajo las bóvedas de nuestras magníficas catedrales.


La unción concluyó por la bendición que el nuevo pastor dio a sus oyentes. Esos se retiraron con un acontecimiento más para su cartera y acaso ni peores ni mejores de lo que entraron"


El primer pastor evangélico protestante chileno, ordenado al ministerio sagrado por sus colegas misioneros extranjeros, fue no solo el primero en Chile, sino que también reunió a ello el privilegio de ser el primer latinoamericano en tener esta distinción. Este benemérito joven, con su vocación pastoral hizo honor a su familia, a su patria chilena y a su santa vocación. Fueron sus padres, don José Manuel Ibáñez y doña Rita Guzmán de Ibáñez, descendiente de hidalgas familias españolas oriundas de San Felipe, en la provincia de Aconcagua. El joven pastor había contraído matrimonio con la señora Mary Grundy, su único hijo fallecido tempranamente. Los padres de Manuel Ibáñez habían inmigrado a California (Estados Únidos), atraídos por la febril actividad comercial de la fiebre del oro en Sacramento, estado de California; el joven Ibáñez no solo recibió una rigurosa formación intelectual, sino que además conoció lo que sería para él la mayor vocación y pasión de su vida: El Señor Jesucristo.


Dispuesto a servir al Señor Jesucristo se preparó para el pastorado en la facultad de teología protestante de Sacramento; una vez graduado decidió viajar a Chile para ser el primer misionero nativo en nuestro país; grata fue su sorpresa al constatar que ya existía en Chile, particularmente en Valparaíso una Misión protestante, la Unión Church, bajo la sabia dirección del Rev. David Trumbull, quien de inmediato lo tomó bajo su cuidado para su práctica.


Durante este periodo el joven Guzmán destacó rápidamente en la lucha por la liberación de las instituciones públicas bajo la dominación de la iglesia católica de esa época, destacó en proponer leyes que reformaran las conductas opresivas en que estaba sumida la conciencia religiosa y civil de la nación, sus proyectos e ideas fueron rápidamente tomadas en cuenta por los legisladores libertarios y con el tiempo se vieron coronadas como leyes de la república, durante su periodo de instrucción su labor preferida fue el trabajo de Colportor (distribuidor) de la Sociedad Bíblica de Valparaíso, el mismo año de su ordenación participó en la fundación de la Sociedad Bíblica en Santiago; evangelista y misionero incansable, varias veces vio su vida en riesgo por los ataques de los fanáticos; sus contemporáneos lo califican como un hombre de sólidos principios cristianos, predicador de una elegante oratoria clásica, sus escritos reflejan una elegancia de estilo notable, temido por los oponentes a la libertad religiosa por la solidez y firmeza de sus argumentos, los cuales en varias ocasiones servían de argumentos e inspiraban los discursos de los parlamentarios laicistas.


Cuando el pastor Ibáñez predicaba muchos estudiantes de la Universidad de Chile, parlamentarios y hombres notables, concurrían a escuchar sus magistrales sermones, fue cofundador del primer periódico evangélico en castellano. "La Piedra viva, Verdadera y Divina". Su carrera pastoral fue meteórica, la luz del evangelio brilló con más fuerza durante su vida, en medio de la negra oscuridad de una nación sumida en las penumbras lúgubres del fanatismo y la ignorancia religiosa del Chile de aquella época.


Después de una fructífera laboral pastoral y de defensa de la libertad religiosa y difusión del evangelio, el lunes 13 de septiembre de 1875, a la una y media de la tarde, en su casa pastoral de Santiago, dejó este mundo y partió a la divina presencia del Señor el reverendo Pastor de la Iglesia Reformada de Santiago, don José Manuel Ibáñez Guzmán, a la temprana edad de 34 años.


La comunidad evangélico protestante de la capital se sintió profundamente conmovida. Sus funerales dieron lugar a manifiestas expresiones de dolor; sus restos fueron velados en el templo que él pastoreaba en calle Nataniel esquina de calle del Colegio (hoy Alonso de Ovalle); los reverendos Merwin y Trumbull, oficiaron las honras fúnebres en el templo; una numerosa compañía de creyentes y miembros de la Universidad de Chile, parlamentarios, hombres de bien, y ciudadanos extranjeros acompañaron los restos al Cementerio de Disidentes; en ese lugar de silencio manifestaron sus condolencias el señor Ambrosio Larracheda miembro fundador de la Iglesia Chilena y fundador del Partido Demócrata, también lo hizo el Rev. Roe, colega de la Iglesia Union Church de Santiago.


El patriarca de los obreros chilenos, y hermano de la congregación manifestó un panegírico (discurso en honor a una persona) que es un verdadero resumen de la vida del Pastor Ibáñez:


"Un acontecimiento tan doloroso como inesperado, ha venido a herir profundamente el ánimo de los miembros de la Iglesia y congregación disidente en Santiago. El 13 del presente a la una y media del día, falleció después de una corta enfermedad del apreciable joven presbítero José M. Ibáñez Guzmán. Los que hemos tenido la fortuna de oír por espacio de cuatro años su elocuente palabra, desde su cátedra de Ministro del Evangelio, hemos tenido también la ocasión de admirar su virtudes como pastor, como amigo y hermano en la comunión y santa fraternidad del cristianismo.


Dotado de un talento superior y de una elocuencia no común, el señor Ibáñez influía poderosamente en el ánimo de su auditorio que siempre le escuchaba con muestras de marcado interés y respetuosa atención. Pero sí el señor Ibáñez se hacía notable por estos altos dotes del espíritu, no era menos digno de estimación por su carácter privado en su trato familiar. Corazón sensible y generoso, siempre estaba dispuesto al bien aún en sus más sencillas manifestaciones, persiguiendo con diligente actividad el propósito de servir a sus semejantes, llevando el consuelo y la esperanza a los corazones afligidos. Cuantas veces no lo vimos correr de puerta en puerta para invocar el auxilio de los poderosos a favor de los enfermos y desgraciados. Cuándo un terrible flagelo diezmaba nuestra población, ¿Quién no lo vio recorrer sin descanso los lazaretos de los virolentos llevándoles socorro y ofreciéndoles personalmente sus servicios aún con peligro de su vida? ¡Quién golpeó alguna vez su puerta para pedirle un favor, que se retirara desconsolado! Nadie podrá negar esta afirmación, pues nunca le fue costoso ningún sacrificio cuando era necesario enjugar una lágrima o acallar el lamento de un alma oprimida por el dolor.


Otra de las virtudes que enaltecían el carácter noble y elevado del señor Ibáñez, era la del patriotismo. Entusiasta y celoso por el progreso de su país trabajo incesantemente por difundir la luz de la instrucción. Con el solo auxilio de la caridad pública estableció una escuela que daba alimento intelectual a muchos niños pobres, cuyos padres no podían pagar en otros establecimientos la educación que sus hijos recibían gratuitamente. Cerrada la escuela por causas ajenas de su voluntad, el señor Ibáñez se preparaba para restablecerla en mayor escala, aumentando el número de profesores y alumnos; pero la muerte cayó sobre él muy temprano, arrebatándonos una vida de que estaban colgadas tantas esperanzas.


Pero si el espíritu del señor Ibáñez ha vuelto al centro de donde partiera para alcanzar la ventura eterna, si su paso sobre la tierra ha sido tan breve como el del meteoro que atraviesa con velocidad el espacio dejando una huella luminosa en su camino, la vida del señor Ibáñez deja rastros que no se borrarán nunca. La virtud no muere: ella no va a encerrarse en el estrecho palmo de tierra que cubre nuestros mortales despojos después del instante de la existencia. Lo que sale del espíritu del hombre si lleva el sello de la verdad, es eterno como el principio de donde emana.


Si hoy nos vemos privados el maestro religioso que tantas veces nos edificó con su ejemplo y su palabra; acatemos los designios de la providencia y pidámosle mayores fuerzas para trabajar con doble empeño por el triunfo de la verdad.


Inspirémonos en las santas máximas del Evangelio que es guía infalible, luz perfecta, fuente fecunda e inagotable de todo bien. Procediendo así podremos pagar un justo tributo de gratitud y de respeto a la memoria del amigo y del hermano para quien acaba de abrirse las puertas del augusto templo de la inmortalidad".


En el Cementerio General de Santiago, en el patio de los disidentes se levantó un modesto monumento fúnebre sobre el cual aún se puede leer la siguiente inscripción que atestigua la grandeza del carácter y valor del servicio cristiano del primer pastor chileno y sudamericano.


En memoria de


José Manuel Ibáñez Guzmán, presbítero, ministro de la Iglesia reformada en esta ciudad. Nació en San Felipe y murió en Santiago. El 13 de septiembre de 1875 a la edad de 34 años. Sus amigos en esta y otras ciudades, asociándose con la esposa afligida, deploran la pérdida de un entusiasta obrero de la ilustración, y de un resuelto defensor de la libertad. Fue un elocuente orador, pastor instruido, patriota ilustrado, amigo constante y cristiano puro y abnegado.


El escritor presbiteriano don Juan H. Mac-Lean al escribir la historia de su Iglesia en 1932, dejó estas reflexiones que continúan siendo de una vital vigencia para los desafíos de la Iglesia evangélica chilena del siglo XXI:


"Reflexiones basadas en el valioso aporte de Ibáñez constituyen un llamado claro a los jóvenes de nuestra época, y nos señalan rumbos definidos acerca del ministerio aceptable al pueblo chileno. La familia Ibáñez costeó la preparación cabal de su hijo, y lo dedicó al más alto servicio de la patria. José Manuel Ibáñez, como Juan Knox, sentía tanto temor reverencial para con Dios, que se olvidaba del miedo ante los hombres. Derriba altares falsos; pero no se descuidaba de erigir en su lugar, los altares verdaderos. Tronaba contra perversiones de la verdad: pero no se olvidaba de promulgar a Cristo como el Camino, la Verdad y la Vida.


Hemos recogido otros rasgos individuales que señalan el tipo de caballero que era. Siempre andaba inmaculado en su indumentaria, un modelo de limpieza y buen gusto. Nunca hacía violencia a la dignidad humana. Glorificaba a su Salvador y Señor por los atractivos de su pensamiento y por el singular encanto de su personalidad radiante. En los anales de la obra presbiteriana, Ibáñez figura como modelado por el Maestro y como el primer pastor chileno digno de emulación, en todo detalle de su carrera heroica.


Con corazones apesadumbrados, la manada pequeña volvió del entierro de su amado pastor; pero Dios les concedió aliento para perseverar en el testimonio realizado por el ministro, fiel hasta la muerte. 'Dios entierra a sus obreros, mas continúa su obra'"


Pronto el ejemplo del primer pastor nacional será tomado por otros jóvenes chilenos que sentirán el llamamiento al servicio del divino amo, uniéndose a la falange gloriosa que se iniciara con Martín Lutero y Juan Calvino.


Los refuerzos a la Misión.


En 1877, el Pastor William Taylor de la Iglesia Metodista de los Estados Unidos, visita los Puertos de Callao, Arica, Iquique y Coquimbo, después Valparaíso y Concepción; también visita Santiago.


En la foto Willliam Taylor (Foto de Centro de Documentación Evangélico Protestante Sendas)


Seis meses después regresa a Nueva York echando las bases de la futura Misión Metodista; dos meses después el grupo está listo para partir a Perú y Chile, bajo la dirección del reverendo Haynes La Fetra quien será el primer superintendente, de todas las misiones solo prosperaron las de Chile; la de Iquique pasó a manos nacionales después del conflicto de 1879. Su principal labor se concentró en la creación de Colegios; en 1884 el pastor Taylor fue ordenado Obispo para el África.


En 1894 el ex pastor presbiteriano don Juan Canut de Bon fue ordenado Pastor en la Misión Metodista, siendo destacado en la ciudad de La Serena; su mensaje creó una fuerte resistencia en el clero de la época y los protestantes fueron denominados genéricamente con su apellido como "Canutos". Varias veces atacado y puesta su vida y la de su familia en peligro de muerte, fue trasladado al sur del país y en la zona de Angol (Temuco) - fue determinante en la ayuda a los evangélicos de habla alemana, suizos, alemanes y chilenos; en casa de la familia Reinike de Guillén, oían la verdad del evangelio. Sus intensos viajes misioneros por las húmedas selvas sureñas le afectaron profundamente su salud, falleciendo de pulmonías en 1896 a los 50 años de edad.


En la foto Juan Canut de Bon (Foto de Centro de Documentación Evangélico Protestante Sendas)


En 1887, los misioneros de la Alianza Evangélica Misionera de los Estados Unidos (fundada por el pastor Presbiteriano reverendo Alberto Benjamín Simpson), don Henry Weiss, y don Alberto Dawson, sienten el llamado para partir a las costas de Chile. Varados por falta de recursos quedan en Panamá cuando encuentran al Pastor Presbiteriano don Guillermo Boomer, quien regresaba desde Chile a los Estados Unidos de vacaciones, éste les proporciona recursos y cartas para completar su viaje a Chile, llegando a Concepción y Victoria en donde se radican y comienzan a trabajar en la Misión.


En la foto Henry Weiss (Foto de archivo Alianza Cristiana y Misionera)



En la foto Alberto Benjamín Simpson, Alberto Dawson y Henry Weiss (Foto de Chile Evangélico)


Weiss trabaja entre los colonos de habla alemana en la línea del ferrocarril de Victoria a Temuco y Dawson se queda en Concepción aprendiendo castellano. Ambos trabajan atendiendo a los colonos presbiterianos escoceses, a los suizos reformados, a los luteranos alemanes y bautistas de Berlín, ingresados al país por la labor misionera del colono alemán radicado en Chile, Oscar von Barchwitz-krauzer, contado más adelante con la ayuda del metodista Juan Canut de Bon; de todo este sacrificado trabajo surgirán la Iglesia Alianza Cristiana Misionera y la Iglesia Sociedad Evangélica de Chile, las que lograrán un exitoso trabajo entre los colonos chilenos y los pobladores mapuches habitantes de las selvas araucanas.


En el año 1899, el educador escocés Guillermo McDonald es contratado por la Alianzas para asumir la obra en Temuco; hombre incansable, de un amor extremo por el evangelio, y que tenía profundas convicciones bautistas, comenzó a trabajar con los colonos Menonitas de origen Alemán y partidarios del bautismo en la edad adulta. Esto no había sido motivo de diferencias ni de dificultades, éstas aparecieron a partir de 1899, cuando las diferencias de opinión con Weiss por la discusión de temas doctrinales y la participación de las mujeres en la predicación, fueron mostrando que en la Misión convivían dos tendencias que pronto terminarían por dividir el trabajo.




En 1907, viajó a Chile el misionero bautista alemán radicado en Brasil, Roht, quien traía la misión de crear Iglesias bautistas en Chile, tomó contacto con McDonald y se acordó crear una congregación diferente de doctrina y gobierno bautista; así en 1908, en la localidad de Cajón, en las cercanías de Temuco, se organizó la primera Iglesia Bautista en Chile, cerca de trescientos miembros y algunos pastores de la Alianza siguieron a McDonald, creando la Convención Bautista de Chile. También se creó el periódico "La Voz bautista"


La tarea de crecimiento al igual que en La Alianza fue difícil, sólo en 1917 con la llegada del misionero norte-americano William Earl Davidson y su esposa, se comenzó a trabajar junto con la Iglesia bautista del Sur de los Estados Unidos. En 1919 aparece en la Iglesia Bautista la figura más destacada en la vida de esa iglesia y que impulsó esa congregación a un nivel destacado en la evangelización y la educación, el reverendo Roberto Cecil Moore y su esposa.


En la foto William y Mary Davidson (Foto de Album Cincuentenario de la Convención Bautista de Chile 1808-1958)



En la foto Roberto Cecil Moore y María de Moore (Foto de Album Cincuentenario de la Convención Bautista de Chile 1808-1958)


El 1 de octubre de 1909, desembarca en Valparaíso el Brigadier William T. Bonnet, junto a su esposa e hijo. Aquí toman contacto con el joven Jorge Tansley, quien llegará a ser el primer oficial del Ejército de Salvación en Chile, de esta manera comienza su labor misionera esta institución evangélica de servicio y evangelización nacida de la Iglesia Metodista en Londres Inglaterra en 1865, bajo la dirección del pastor William Booth y su esposa Catherine.


En la foto el Brigadier William T. Bonnet y su esposa (Foto de Ejército de Salvación)


La noticia de la llegada de tan noble institución fue difundida por la prensa chilena el 28 de octubre de 1909 (Diario La Mañana); las primeras reuniones se realizaron en los templos de las Iglesias existentes, presbiterianas, metodistas, luteranas y Union Church, en Santiago y en otras de provincia; en 1910 existían 33 reclutas; y el primer mártir de este ejército de paz, será el joven teniente Alfredo Danielson, luterano de origen sueco, quien murió combatiendo la peste de tifus que se dejó caer en Chile en esa época. Sus funerales en el Cementerio de Disidentes de Santiago, fue oficiado por los pastores presbiterianos Garvin y Leyton, y dio origen a sentidas manifestaciones de pesar públicos.


En julio de 1910, el Alto Comisionado del Ejército de Salvación y jefe territorial para el Pacífico, Cosandey, visitó Chile y dictó una conferencia en el Salón de Honor de la Universidad de Chile ante 800 personas, lo cual impulsó la apertura de locales Salvacionistas en distintos lugares de la Nación. Un decreto supremo, de 1927, firmado por el Presidente don Emiliano Figueroa Larraín, otorgó el reconocimiento legal al Ejército de Salvación, en Chile, y desde esa época es una institución espiritual y de servicio que logra unir la oración y la acción más allá de toda expectativa.


La espiritualidad chilena y las iglesias pentecostales nacionales


Dentro de la iglesia cristiana, desde la época de los patriarcas Ireneo, Agustín, Tertuliano y Crisóstomo, existe un movimiento espiritual conocido como "Pentecostalismo"; su fuerza se hace presente cada vez que la iglesia se aleja de sus características apostólicas, heredadas en el Aposento Alto el día del derramamiento del Espíritu Santo; así, durante la Reforma del siglo XVI fueron de vital importancia para enfrentar las duras circunstancias a que se vio sometida la Iglesia Reformada, los Moravos de Bohemia, los Luteranos de Sajonia, de fuertes características "Pietistas" (hermanos instrumentos del Espíritu Santo, del ministerio de la sanidad y una vida consagrada a la piedad), influyeron poderosamente en hombres como Juan Wesley, Moody, Torrey, y otros, así como en las Iglesias Evangélicas de Suecia, Noruega, Alemania, Holanda, América del Norte, Asia, África e incluso en la Iglesia Católica de Armenia y Rusia.


En Chile las primeras experiencias de carácter pentecostal aparecen en la Iglesia Presbiteriana de Concepción en 1885, lo mismo ocurre dentro de las Misiones de la Alianza Cristiana Misionera y entre los protestantes alemanes, de Contulmo y Victoria, de la Sociedad Evangélica de Chile, en el Sur del país.


En 1902, llega a Valparaíso desde Iquique, el Rev. Willis Hoover Kurt, pastor, teólogo, médico y educador de la Iglesia Metodista Epicospal, de los Estados Unidos. Su tarea es hacerse cargo de la Iglesia metodista de esa ciudad. En 1906 un violento terremoto asola la zona central de Chile, y el templo cae destrozado; esto obliga a dispersar la congregación en varias "clases" para realizar sus cultos mientras se reconstruye el edificio del templo, lo cual dirige el Rev. Hoover.



En la foto Willis C. Hoover (Foto de Centro de Documentación Evangélico Protestante Sendas)


Estos primeros guías de clases y predicadores laicos metodistas se transformarán más tarde en los primeros líderes y pastores pentecostales conocidos: Manuel García, Domingo Taucán, Ceferino Arancibia, Carlos Gómez, Daniel Vergara, José Flores, Guillermo Castillo, Vicente Mendoza, Ramón Yáñez, Manuel Umaña.


En la foto Manuel Umaña (Foto de Centro de Documentación Evangélico Protestante Sendas), Primer obispo de las iglesias evangélicas pentecostales chilenas



La noche del 31 de diciembre de 1908, se produce la reconsagración del nuevo Templo; así culmina una semana de oración; es en esos días en que la congregación comienza a experimentar las primeras manifestaciones de carácter pentecostal. El Rev. Hoover, no cuestiona las manifestaciones y se une obedientemente a ellas. Se organizan "Vigilias de oración" durante siete semanas, intensas oraciones y ayunos, comienzan manifestaciones variadas como hablar en lenguas, profecías, confesiones de pecado espontáneas, cambios de vida, conversiones extraordinarias, etc.


Estas actividades despertaron las sospechas entre las autoridades metodistas, dominadas a la época por una teología racionalista, que rechazaba estas prácticas que fueron comunes en época de Juan Wesley. En septiembre de 1909, la prensa sensacionalista asumió el tema, y trajo todo un escándalo en la habitual discreta Iglesia Evangélica chilena. En la Conferencia anual de 1910, de la Iglesia Metodista Episcopal en Chile, realizada en el recientemente inaugurado templo de Valparaíso, las máximas autoridades de la Iglesia condenaron a Hoover, por prácticas anti-metodista, y lo conminaron a regresar a Estados Unidos y ser sometido a un juicio eclesiástico.


El día 9 de abril de 1910, Hoover y su esposa renunciaron a la Iglesia, y acordaron asumir la dirección del nuevo movimiento que era apoyado por dos congregaciones de Santiago y una de Valparaíso, así como el apoyo de los Presbiterianos de Concepción y las simpatías de la Alianza Cristiana de Valparaíso.


La nueva Iglesia acordó denominarse Iglesia Metodista Nacional, la cual pronto cambió su nombre por Iglesia Metodista Pentecostal; de esta iglesia se organizaría en 1912 la Iglesia del Señor, bajo la dirección del Rev. Carlos del Campo; en 1925 dos grupos salidos de la Iglesia Metodista Pentecostal de Santiago y otro de Valparaíso, acordaron fundar la Iglesia Evangélica de los Hermanos, en el año 1928 un grupo de creyentes hace abandono de la Iglesia Metodista Episcopal de la ciudad sureña de Lota, y crea la Iglesia Wesleyana Nacional.


En el año 1932, distintos grupos separados de las Iglesias Metodistas Pentecostales, Episcopal, Presbiteriana, Wesleyana, Del Señor y de los Hermanos, se unen para dar origen a la Iglesia Evangélica Nacional y en la Conferencia de la Iglesia Metodista Pentecostal del año 1932, reunida en Rancagua, daría origen a la Iglesia Evangélica Pentecostal, bajo la dirección del propio Willis Hoover, y la Metodista Pentecostal quedará definitivamente bajo la dirección de Manuel Umaña Salinas. Una de las características más notables del naciente movimiento pentecostal chileno de origen metodista, fue conservar su herencia protestante Anglicana del Libro de Oración Común de la Iglesia Anglicana, y el Bautismo de los Infantes, lo cual lo diferencia de los movimientos pentecostales de origen norte americano.


Epílogo


Más adelante, a partir de la década de 1940, se organizarán distintas otras iglesias nacionales, llegarán más movimientos misioneros de origen extranjeros y así el evangelio protestante y reformado iniciado por Martín Lutero, Juan Calvino y otros reformadores, más los pioneros de la obra protestante evangélica chilena desde un lejano 1517, inundará con su mensaje de recuperación de la Biblia, la centralidad de Cristo, la salvación de las almas y la liberación de las conciencias en cada rincón de la nación chilena.


Soñamos y rogamos al Dios todopoderoso que cuando en el año 2011 se cumplan doscientos años del inicio de la presencia evangélica - protestante en Chile, se esté muy cerca de hacer realidad las palabras escritas en el escudo de la Ginebra de Calvino y repetidas en el primer escudo de la naciente República Chilena: "Después de las tinieblas la Luz"


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WEHRLI Juan, Martín Lutero y Juan Calvino - su obra en la Iglesia Evangélica hasta hoy.




















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