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¿Qué relación tiene la Biblia con el judaísmo?



No debemos confundir el judaísmo con la religión bíblica de la antigua Israel. El judaísmo primitivo surgió como resultado de la destrucción del primer templo (586 a.C). El término judaísmo apareció en el siglo I​ a.C. (2 Macabeos 2:21; 8:1; 14:38) para describir las creencias, las costumbres y los rituales de los judíos durante la era helenística (de influencia griega).


Las prácticas judaicas han cambiado de una manera notable a lo largo del tiempo. Por ejemplo, desde la destrucción del segundo templo (70 d.C.), el judaísmo oficial es una religión que no realiza sacrificios. La observancia de la mitzvá (<<mandamientos>>) reemplaza el sacrificio y la expiación por el pecado (Tobías 4:6-7,9-11; 12:9-10). Sin embargo, está profundamente arraigado en el Antiguo Testamento (en adelante "AT"). Las ideas principales del judaísmo moderno, en toda su diversidad, son una continuación de la revelación bíblica en el Monte Sinaí. Estas incluyen la ética monoteísta (creencia en un solo Dios), la entrega de la Torá (<<instrucción>>) a Israel de parte de Dios y la elección de este pueblo como luz de las naciones. La búsqueda de paz, justicia y rectitud para todos los pueblos proviene de los Profetas, y el enfoque espiritual de la vida cotidiana surge de los libros sapienciales y los cantorales del AT.


La Torá bosqueja una manera de vivir para el pueblo de Israel, y es casi un sinónimo de judaísmo. En el Pentateuco (los primeros cinco libros de la Biblia), aparecen 613 mandamientos. Después del exilio, en el siglo ​VI ​a.C., estos mandamientos fueron adaptados, aumentados y rodeados con otras leyes que formaron parte de una ley oral en constante crecimiento (ver Mr. 7:5; Gá 1:14). Con el tiempo, la ley oral también se atribuyó a Moisés. Alrededor de 500 d.C., dicha ley oral fue codificada en la mishná (<<repetición>>). A su vez, esta fue comentada y aumentada en la gemara (<<comentario>>). Finalmente, la mishná y la gemara fueron publicadas en dos obras importantes: el Talmud palestino (aprox. 400 d.C.) y el Talmud babilónico (aprox. 500 d.C.). (Talmud significa <<aprendizaje>> o <<instrucción>>). Para los judíos ortodoxos, el Talmud babilónico, que contiene alrededor de 2,5 millones de palabras, continúa siendo la guía autorizada del judaísmo. Sin embargo, el fundamento del Talmud sigue siendo la Torá de <<Moisés, nuestro Rabí>>.


Los judíos liberales contemporáneos no creen que el Pentateuco haya sido inspirado por Dios y escrito por Moisés. Pero aunque no lo consideran una guía infalible de la fe y de la conducta, reconocen su papel histórico y simbólico porque proveyó de identidad al judaísmo.


El judaísmo moderno mantiene continuidad con el AT de varias maneras. Las celebraciones anuales son las prescriptas en el Pentateuco. Sus enseñanzas éticas esenciales derivan de la Ley Mosaica, en especial de los Diez Mandamientos. La circuncisión, las leyes alimentarias y los ritos de limpieza y purificación tienen sus raíces en el Pentateuco. A los Profetas se los cita por su énfasis en la justicia social y la compasión. A lo largo del año, en las sinagogas se leen en forma cíclica la Torá (Pentateuco) y la haftará (selecciones de los Profetas). La mayoría de los judíos ortodoxos todavía esperan un Mesías y una era mesiánica, como anunciaron los Profetas.


Para los judíos, israelitas, la Biblia hebrea (AT) es un tesoro nacional que se estudia con avidez en escuelas religiosas y laicas. El movimiento sionista moderno recurre a la Biblia como parte de su herencia cultural. La arqueología y la geografía histórica bíblica son pasatiempos nacionales en Israel. Los eruditos judíos estudiaban cada vez más el Nuevo Testamento (en adelante "NT") como una fuente valiosa para comprender el desarrollo del judaísmo primitivo.


El cumplimiento de profecías es una clave para diferenciar el cristianismo del judaísmo (aunque ambos comparten el AT). Jesús enseñó a Sus discípulos a leer las Escrituras con un enfoque cristológico, ya que ellas hablan de ÉL y de Su obra (Mt 5:17-18; 24:25-27,44-49; Jn 5:39). El judaísmo no acepta  que Jesús haya cumplido las profecías mesiánicas del AT. Por ejemplo, los eruditos judíos interpretan los denominados Cánticos del Siervo, en Isaías (42:1-4; 49:1-6; 50:4-11; 52:13-53:12), como referencias al profeta mismo, a un profeta desconocido o (lo más probable) al pueblo de Israel, considerado en forma colectiva como Siervo del Señor. El cristianismo tradicional, por supuesto, interpreta estos pasajes como profecías sobre Jesús y Su ministerio (Hch 8:26-35). Los judíos ortodoxos que todavía esperan la venida del Mesías aguardan a un descendiente de David, quien gobernará como rey hasta el final de los tiempos. Los judíos liberales prefieren interpretar estos pasajes de manera metafórica, como referencia a una era ideal.


Por lo tanto, un factor primordial en la separación del judaísmo y el cristianismo se centra en el significado y la misión de Jesús. Para el judaísmo no hay una falta humana, sea colectiva o individual, que requiera intervención divina especial y que no pueda solucionarse con la guía de la Torá. La salvación es la adhesión fiel, aunque no perfecta, a la mitzvá. En Su misericordia, Dios perdona a quienes tienen buenas intenciones. Sin embargo, el NT declara sin ambigüedades el propósito de Jesucristo: Él es la Palabra final de Dios para los pecadores (He 1:1-3), el Verbo que se hizo carne, que habitó entre nosotros y que revela al Padre (Jn 1:1-18). Por Su muerte expiatoria en la cruz, Él atrae a todos hacia sí (Jn 3:16; 6:35-40; 12:32).


Larry R. Helyer

Biblia de estudio Apologética

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