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¿Tiene errores la Biblia?




“¿Por qué creer en la Biblia? Si es un libro antiguo plagado de errores y contradicciones”. Todos hemos escuchado este comentario. Sin embargo, la mayoría de los cristianos evangélicos conservadores no aceptan este planteo porque sostienen la doctrina de la inerrancia de las Escrituras.


El punto de partida de nuestro análisis es definir error e inerrancia. Inerrancia significa que, cuando se conocen todos los datos, la Biblia (en sus mss. originales correctamente interpretados) se demostrará veraz y nunca falsa en sus afirmaciones, sea en relación con la doctrina, la ética o las ciencias sociales físicas o humanas. Hay tres aspectos que vale la pena destacar en esta definición. En primer lugar, reconocer que no disponemos de toda la información necesaria para demostrar la exactitud de la Biblia. Con el paso del tiempo, se perdió mucha información; ya no existe. Otros datos están a la espera de descubrimientos arqueológicos. En segundo lugar, según el concepto de la mayoría de los filósofos actuales, la inerrancia se determina según una propiedad de las frases y no de las palabras. Esto significa que todas las oraciones en modo indicativo o aseveraciones de la Biblia son verdaderas. Por lo tanto, según esta definición, un error en la Biblia se efectuaría con una afirmación falsa. Por último, toda la información en la Biblia, cualquiera que sea el tema, es veraz. Es decir, registra fielmente hechos y conservaciones, incluso las mentiras de los hombres y de Satanás. Enseña con fidelidad sobre Dios, la condición humana, el cielo y el infierno.

Esta creencia se apoya en al menos cuatro argumentos: el bíblico, el histórico, el epistemológico y el de la “pendiente resbaladiza” (slippery slope).


El argumento bíblico se asienta en lo que la Biblia dice sobre sí misma y es el más importante. Este argumento puede formularse de manera circular y no circular. Es circular cuando uno sostiene que la Biblia afirma que es inspirada e inerrante, y que esto es verdad porque así se encuentra en un pasaje inspirado e inerrante. No es circular cuando los datos que se presentan pueden verificarse fuera del documento. Esto es posible porque la Biblia hace declaraciones históricas y geográficas que se pueden comprobar de manera independiente. La inerrancia se desprende de lo que la Biblia dice sobre su inspiración. Es el soplo de Dios (2 Ti. 3:16) y el resultado de la guía del Espíritu Santo sobre los escritores humanos (2 P. 1:21). Es un libro divino-humano. Más aún, en el AT la acreditación de un profeta requiere veracidad absoluta (Dt. 13:1-5; 18:20-22). ¿Podría acaso la comunicación escrita de Dios conformarse con una pauta menor? Ambas formas de comunicación, la oral y la escrita, incluyen un factor humano. Esto demuestra que la participación humana no implica, necesariamente, que haya errores. La Biblia también declara su propia autoridad. Mateo 5:17-20 enseña que el cielo y la tierra pasarán, pero no antes de que se cumpla el más pequeño detalle de la ley. Juan 10:34-35 declara que las Escrituras no pueden ser quebrantadas. Más aún, la forma en que las Escrituras utilizan las Escrituras respalda su inerrancia. A veces los argumentos de la Biblia se apoyan en una sola palabra (Sal. 82:6; Jn. 10:34-35), en un tiempo verbal (Mt. 22:32) o en el singular o plural de un sustantivo (Ga. 3:16). Por último, la Palabra está respaldad en el carácter de Dios, y Él no puede mentir (Num. 23:19; 1 S. 15:29; Tit. 1:2; He. 6:18).

El segundo argumento es el histórico. Si bien hubo quienes estaban en desacuerdo, la norma cristiana a lo largo de la historia ha sido la inerrancia. Agustín escribe: “He aprendido a mostrar respeto y a honrar únicamente los libros canónicos de las Escrituras: solo en cuanto a esto creo, con toda certeza, que lo autores no tuvieron error alguno”. Lutero declara: “Por cierto, todos saben que en ocasiones [los padres] erraron como lo hacen los hombres; por lo tanto, estoy dispuesto a confiar en ellos solo cuando demuestren sus opiniones a partir de las Escrituras, que nunca tienen error”. Juan Wesley manifestó algo similar: “Si hubiera algún error en la Biblia, podría haber mil. Si hubiera alguna falsedad en este libro, no procedería del Dios de la verdad”.

El tercer argumento es epistemológico (basado en lo que conocemos y en cómo lo sabemos). Una manera útil de formular este argumento es reconocer que si la Biblia no fuera enteramente veraz, entonces cualquier parte de ella podría ser falsa. Esto se vuelve especialmente problemático cuando parte de la información más importante no puede verificarse mediante dato independientes. Habla de un Dios invisible, de ángeles, del cielo. La inerrancia requiere que las declaraciones bíblicas que puedan comprobarse demuestren su veracidad una vez que esté disponible toda la información relevante. Los que cuestionan la plena veracidad de la Biblia señalan numerosos supuestos errores: pero en estos casos, es posible que el pasaje cuestionado haya sido mal interpretado por el crítico o que no se hayan presentado todos los datos relevantes. Durante el siglo XX, se pensaba que muchas afirmaciones de la Biblia eran equivocadas, pero no bien se contó con más información, demostraron ser verdaderas. Si esto es así, ¿por qué creer lo que no es verificable? Solo una Biblia inerrante nos asegura que aquello que leemos es verdad.

El cuarto argumento es el de la pendiente resbaladiza. Este argumento afirma que la inerrancia es tan importante que aquellos que encuentran errores en la Biblia pronto negarán otras doctrinas centrales, como la deidad de Cristo o la expiación vicaria. Rechazar la inerrancia conduce a errores doctrinales más graves. Esto no sucede siempre, pero es una tendencia demostrable.

Cada uno de estos argumentos ha recibido críticas. Sin embargo, una objeción común y fundamental sostiene que la doctrina de la inerrancia no tiene sentido, ya que solo se aplica a escritos inexistentes (los mss. originales). Pero ¿carece de sentido? No, si es que se cumplen dos condiciones: (1) poseer una cantidad suficiente de copias de alta calidad de los escritos originales y (2) aplicar una disciplina compleja de crítica textual a las copias para determinar qué decía el original. Las dos condiciones se cumplen en relación con la Biblia.


La cuestión fundamental es lo que la propia Biblia dice de su inerrancia. Y para los escépticos, las pruebas de la ciencia, la arqueología y la historia han respaldado una y otra vez esa declaración.


Paul D. Feinberg

Biblia de estudio Apologética

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